El consumo de gasolina repunta en España, pero la mezcla con bioetanol disminuye
El consumo de gasolina para carreteras en diciembre de 2021 totalizó alrededor de 451.500 toneladas, un 18% más, después de un aumento del 39% en noviembre, según muestran los datos más recientes de la agencia del mercado energético Cores. El consumo en 2021 aumentó un 23 % a 5243 millones de toneladas, un aumento del 23 % interanual, pero se mantuvo por debajo del nivel anterior a la COVID-19 de 5376 millones en 2019. Al mismo tiempo, la mezcla de bioetanol siguió mostrando tendencias comparativamente débiles frente al resto de Europa. El promedio de 2021 fue del 3,1 % de bioetanol, por debajo del 3,5 % de 2020. La participación promedio en la mezcla de biocombustibles fue del 6,4 % en diciembre por el efecto del biodiesel.
A pesar de que el biodiesel se produce mayoritariamente con materias primas importadas, aceites de palma o aceites usados de precedencia asiáticos de difícil trazabilidad, el sector y el gobierno parecen aportar por esta solución en España cuando nos referimos a los biocombustibles. Mientras tanto la producción de bioetanol nacional, que beneficia al campo y a la industria ganadera (ya que coloca en el mercado una proteína obtenida del cereal a bajo coste) tiene que recurrir a la exportación para mantener los niveles récord de producción.
Ya publicamos en nuestra web el nivel récord de consumo de bioetanol en las gasolineras francesas debido a la apueste de este país por mezclas como el E10 o el E85 que aumentan el porcentaje de energía renovable en la gasolina.
El abandono del campo y el cambio de uso del suelo en Europa puede provocar en el siglo XXI una dependencia alimentaria más grave que la dependencia energética. Si a esto se une que los países en vías de desarrollo tradicionalmente agrícolas se industrializan, pierde peso el sector primario y dejan de ser dependientes de los productos manufacturados de Europa podemos tener un problema para la importación de alimentos. El biorrefino de cultivos o residuos es una forma de mantener el empleo agrario, de hacer más competitiva la ganadería, a través de la proteína coproducida junto con el bioetanol, y además de generar empleo industrial a través de la implantación de industrias de biorefino en el entorno rural.
Francia ha sabido verlo a tiempo, 16 países han incorporado como estándar la gasolina E10 (hasta un 10% de bioetanol). En España la falta de apoyo a soluciones alternativas a la electricidad nos está relegando a los puestos de cola en la carrera por la descarbonización.